Santísima Virgen María! ¡Coronada Reina de Luján!
Concede, Santísima Virgen de Luján tu protección a este siervo tuyo
que gime en medio de este valle de lágrimas
y sólo recibe consuelo celebrando tus glorias.
Ayúdame, a fin de que después de haberte honrado en la tierra,
merezca alabarte en el Cielo.
Por los siglos de los siglos. Amén.
leer sobre esta advocación leer o pedir intenciones de oración
La imagen era una Inmaculada que se transportaba, a fines del siglo XVIII, en carreta para el interior de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. Pero , cerca del actual emplazamiento de la Basílica (el lugar exacto lo recuerda un monolito), la carreta se atascó y no había fuerza que pudiera moverla; cuando quitaban la imagen, la carreta se podía mover, mas cuando la volvían a colocar, se atascaba; los presentes descubrieron así que la Virgen les estaba enseñando el lugar desde donde quería bendecir a toda la Argentina.
Solamente mide 0,38 centímetros de alto y está fabricada de arcilla cocida. Con su corona, aparenta tener mayor altura y sus vestiduras sobrepuestas hacen que, de Ella, se vean solamente las manos, el cuello y su rostro.
La bella corona que luce es de fabricación posterior, y se debe al empeño del Padre Salvaire, quien decidido a lograr la Coronación de la Virgen, buscó los medios que hicieran posible ese sueño.
Dándoles preferencia a las damas de Buenos Aires y de Luján para que donaran sus joyas, las obtuvo de ellas sin titubeos, metal precioso que se empleó en la confección de la Corona. Teniendo ya la materia prima para la Corona, entrevistó a obispos de distintas diócesis para que le concedieran las respectivas credenciales y así poder acceder a un encuentro con el Papa León XIII. Satisfecho con los resultados de su gestión, parte rumbo a Europa. En París encuentra a un excelente orfebre para que realice la obra de arte.
Con la Corona en sus manos, Salvaire viajó a Roma, y haciendo valer las credenciales de las diócesis y las razones para entrevistarlo, solicita la correspondiente audiencia a Su Santidad el Papa León XIII. El 30 de setiembre de 1886, el Santo Padre le concede la audiencia.
El Padre Salvaire, en la entrevista, se refiere repetidamente a la Virgen de Luján, explicando al Santo Padre, en detalle, la admiración y devoción de todo el pueblo argentino para con Ella. El Papa ya estaba enterado de todo lo que ocurría en la Argentina y la devoción de su pueblo para con la Virgen de Luján.
Tomó la Corona entre sus manos y asombrado por su belleza, en ese mismo momento la bendijo. Salvaire obtuvo a continuación la debida autorización del Papa para que el Arzobispo de Buenos Aires, monseñor Federico Aneiros, coronara a la Virgen en su nombre.