¡Oh! Virgen de Concepción
Madre querida de Dios,
Entre las bellas criaturas
La escogida fuistes Vos.
Eres más linda que el sol,
Más blanca que la azucena,
Más brillante que la luna
Y de Gracia toda llena.
Tu primer nombre es María
Santísimo es el segundo
De Concepción el tercero
Y abogada de este mundo.
Vos tenéis, dulce Señora
Remedio muy adecuado
Para libertar al hombre
Del rigor y del pecado.
A vos venimos, Señora,
Humildemente rendidos
Y también arrepentidos
Nos curéis de tan gran mal.
Esperando de vuestro Hijo
Nos conceda lo deseado.
Y confiando en vuestra gracia,
Ya nos veamos remediados.
Y al separarnos de Vos
Nos vamos muy consolados;
Por ser nuestra medianera
Y nuestra fiel abogada.
Ya se acercan los momentos
De retirarnos de vos
¡Oh Virgen de Concepción,
Adiós, pues, adiós, adiós!
(de los cantos nicaragüenses de «gritería»)
leer sobre esta advocación leer o pedir intenciones de oración
Hace 440 años, en la ciudad de El Viejo, Departamento de Chinandega, llegó por designio de Dios la venerada y milagrosa imagen de la Purísima Concepción de María, hoy Patrona de NIcaragua.
En el año de 1562 a causa de una depresión tropical, Don Lorenzo de Cepeda, quien viajaba hacia Perú, tuvo que hacer escala en el húmedo Puerto de la Posesión, ahora llamado, El Realejo. Entre las cosas que Don Lorenzo traía consigo se destaca una imagen de la Virgen de la Concepción. Don Lorenzo de Cepeda era un hombre muy piadoso. Tenía una hermana que era monja carmelita, a quien hoy se le conoce como Santa Teresa de Avila, Doctora de la Iglesia.
De El Realejo Don Lorenzo de Cepeda se vio forzado a viajar al El Viejo, pueblo cercano, buscando mejor clima y como era muy devoto de la Virgen, se la llevó con él y la depositó en la Parroquia por seguridad y evidente comodidad.
Buscaba asistencia de los Frailes Franciscanos quienes habitaban en Chamulpa, hoy El Viejo. Allí tenían su convento y asistencia médica.
Los habitantes de El Viejo, indios y mestizos, fueron atraídos por la belleza de la imagen, y llegaban a la Parroquia a admirar a la "Niña Blanca". Pronto adquirió prestigio de milagrosa, pero don Lorenzo tenía que partir y a pesar de las protestas y ruegos, empacó su bella imagen y se fue a El Realejo para embarcarse rumbo a Perú.
Cuando el barco se hizo a la mar, vino otra tormenta y el velero tuvo que regresar al puerto nicaragüense para evitar un naufragio. De nuevo Don Lorenzo se fue a El Viejo, cargando la sagrada estatua de la Virgen de la Concepción. El pueblo entero se volcó fervoroso a venerar a la Virgen y mestizos, indígenas y españoles interpretaron "que la Virgen no quiere irse de El Viejo, la Inmaculada Concepción quiere quedarse".
El pueblo entero ejerció una gran presión en Don Lorenzo y éste como fervoroso hijo de María, cedió "a los deseos de la Virgen", donó la imagen al pueblo de El Viejo y partió hacia su destino original, Perú.
(Información tomada de http://www.aciprensa.com)