Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A ti, celestial Princesa,
Virgen sagrada Maria,
te ofrezco desde este día
alma, vida y corazón.
Mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía.
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La Virgen de Casini, conocida también como Virgen de las cosquillas, de Masaccio, es una pintura en témpera de dimensiones muy pequeñas (24,50 x 18,20 cm), conservada en los "Uffizi" de Florencia y datable entre el 1426 y el 1427. La pequeña pintura debía ser ciertamente para la devoción privada perteneciente al Cardenal de origen senese, Antonio Casini, cuyo escudo está pintado detrás de la misma.
La Virgen tiene en brazos al Niño en fajas y con la mano derecha lo bendice alzando dos dedos, pero el gesto se convierte en un gesto más familiar, como si le hiciera cosquillas, lo cual hace reir al Niño y le hace agarrar, con sus manitos, la mano de la Madre. El fondo es de oro, sobre la cual resaltan las aureolas finamente incisas.
El rostro de María es serio, como imponía entonces la iconografía, porque se sobreentendía la conciencia de la suerte trágica del Hijo. Un elemento particular es el pendiente de coral rojo en el cuello del Niño, vuelto hacia el lado del juego. Es un amuleto de origen antiquísimo y hoy difundido como regalo a los recien nacidos. Según la tradición pagana era para alejar la envidia, mientras que para los cristianos, el color rojo recordaba la sangre de Cristo. El coral asumía asi el valor de símbolo de la doble naturaleza de Cristo, humana y divina.
(información proporcionada por Claudio Galeazzi)