La deportación a Babilonia es uno de los hechos centrales de la historia bíblica, y en cuanto al AT y desde cierto punto de vista es el hecho central, ya que es el acontecimiento que permitió al pueblo escogido releer todo su pasado, madurar su experiencia de la alianza con Dios y su experiencia religiosa en general, y, una vez concluido, repensarse como pueblo de cara al futuro.
Ocurrió entre el 595 a.C. (primera deportación), 585 a.C. (segunda deportación, más masiva) y 535 a.C. (el inesperado fin del exilio, al ser conquistada Babilonia por Persia). Ese tiempo lo fue de oscuridad y lejanía de Dios: un Dios que se había creado un pueblo, que lo había protegido y conducido a lo largo de la historia y de repente los soltaba de la mano.
Sin embargo eso mismo fue el centro de la reflexión religiosa. En vez de pensar que por lógica los dioses de Babilonia eran más fuertes que el Dios de Israel, y rendir el ánimo a ellos, mantuvieron su identidad y su fidelidad al Dios de la Alianza, y con el apoyo de algunos profetas (Jeremías al inicio, Ezequiel , Isaías II) llegaron a releer toda su historia y todo el contenido de su fe para dar cabida, en el corazón de ella, a la experiencia del exilio y el extrañamiento como una experiencia purificadora fundamental.
De este acontecimiento, al regreso, proviene el impulso de unificar todas las tradiciones revelatorias, y hacia el 400 a.C. da lugar al grueso de libros del A.T.
En el mapa se marca, en morado, el imperio neobabilónico, que continuaba aún más al norte de lo que se ve en este mapa.