Heredero de una rica historia de civilización, el nombre de Siria puede referirse a toda la región del creciente fértil, pero en el NT se refiere siempre a la provincia romana creada en el 64aC por el Gral. Pompeyo de restos del imperio Seleucida conquistado por Roma. Era de las provincias más importantes de Oriente, y su capital era Antioquía, a orillas del Orontes, ciudad de gran importancia para el cristianismo naciente (cfr. Hch 11,26). Siria incluía también la antigua e importante ciudad de Damasco.
Es posible que los evangelios de San Mateo y San Lucas hayan nacido en Siria, e incluso algunos exégetas localizan también allí el origen de san Marcos (aunque en este caso la opinión mayoritaria sigue siendo que tiene su origen en la cristiandad de Roma).
La mención de Siria en este pasaje de san Mateo 4,24 es única en los evangelios, ya que la que hace san Lucas en 2,2 es sólo una nota cronológica acerca del censo, que no tiene relación con la actuación de Jesús; y la de Lc 4,27 no menciona a Siria, sino que sólo afirma que Naamán era sirio. En Hechos de los Apóstoles sí que se menciona más veces.
Está claro que san Mateo se basa en la noticia de Mc 1,39, pero la modifica con mucha independencia para incluir a Siria, cuestión que para algunos exégetas es un tenue pero eficaz homenaje a la región de la que el propio autor del evangelio provendría (ver, por ej., Luz, Mateo I, pág. 253, nota 16).