No es mencionada en el NT, pero no podría faltar en una enumeración de ciudades del entorno de Jesús cuando llegó a ser, en parte de la vida de nuestro Señor, la ciudad más importante de toda la región de Galilea, prácticamente su capital, elevada a ese rango por Herodes Antipas. Aunque luego el mismo príncipe la subordinó a su nueva ciudad, cuando en el 19 de nuestra era fundó Tiberíades y trasladó su gobierno a ella. Cuando Nerón otorgó Tiberíades a Agripa II, Séforis volvió a ser la capital de la región.
Aunque contaba con población judía, y presumía de haber tenido en el pasado uno de los cinco "synedrios" que gobernaron el territorio judío en tiempo de Gabinio, proconsul de Siria, era realmente una ciudad helenística, e incluso se mantivo firmemente al lado de Roma en las revueltas que finalizaron con la destrucción del templo en el año 70.
Tras la época de Trajano recibió el nombre de Diocesarea.
Una tradición cristiana posterior, nacida al auge de los apócrifos evangélicos que exploraban en los orígenes humanos de Jesús y de María (como el Protoevangelio de Santiago) afirma que santa Ana, la abuela materna de Jesús según esas mismas tradiciones, era orignaria de Séforis.
Una curiosidad: La bellísima película de animación "El hombre que hacia milagros", de Derek Hayes, basada en los evangelios, comienza un poco antes de la vida pública del Señor, y se lo ve a Jesús trabajando en las obras de construcción de Séforis, grande y ruidosa ciudad para el criterio de la época. Aunque no tengamos forma de comprobarlo, es muy posible que Jesús, viviendo en Nazaret, a escasos 6 kilómetros de allí, haya trabajado como artesano en ella, que estaba, en los años de la vida oculta, en plena construcción (lo piensan así varios especialistas, ver, por ejemplo, Meier, Un judío marginal, Verbo Divino, 1997, Tomo I, pág. 295.)