Aunque las tradiciones de Mt y Lc son unánimes en señalar Belén como lugar de nacimiento, no son unánimes en mostrar por qué Jesús se encuentra allí. Lc argumenta con el motivo que se ha hecho clásico: el censo; mientras que Mt parece considerarlo el lugar de residencia habitual (cfr. Mt 2,11 y el retiro a Galilea a la vuelta de Egipto, Mt 2,21-23, en el que la mención de Nazaret no indica que fuera su residencia anterior).
Hay un Belén de Zabulón (por lo tanto en territorio de Galilea) mencionado en Jos 19,15, De ahí la precisión 'Belén de Judea', que además refuerza el tono mesiánico de la narración, concretado en la cita de Miq 5,1 como cumplimiento profético.
Los cristianos estamos tan acostumbrados al tema del nacimiento de Jesús en Belén, y a la conexión que Mateo estableció entre ese nacimiento y el fragmento de Miqueas, que nos parece una obviedad, y nos preguntamos cómo podían los sabios judíos de la época no tener en cuenta este nacimiento de Jesús. Pero en realidad la expectación judía del nacimiento de un mesías futuro en Belén no es algo extendido en tiempos de Jesús. Quienes esperaban un mesías próximo (y la expectación no era total) lo imaginaban de distintas procedencias, siendo la más extendida la idea de un mesías oculto, que vendría sin que se supiera de dónde (como expresan algunos judíos en Jn 7,27, aunque otros conocían la tradición de que vendría de Belén, pueblo de David, pero no sabían que Jesús había nacido allí, Jn 7,42).
Muy posiblemente, la profecía de Miqueas sólo pretendía ensalzar el significado davídico del mesías venidero. De ahí que celebrara a Belén, la pequeña aldea de la que era originario David. Sin embargo, como suele ocurrir en la palabra profética, la realidad creada por Dios desborda la intención originaria de los textos y les confiere nuevos y más profundos sentidos.
Desde el punto de vista geográfico, se trata de una pequeña localidad, a unos 8km al sur de Jerusalén. Pequeña, pero muy antigua: aparentemente está mencionada ya en las Cartas de Amarna, del siglo XIV a.C., si debe identificarse con "bet ilu-labama", como piensan algunos especialistas. Y además en una posición estratégica, ya que queda en la ruta caravanera que unía a Jerusalén con Hebrón y Egipto. Era apreciada por ser la aldea de origen y unción del rey David, pero no menos por esa posición estratégica que le permitió ser un puesto defensivo de primer orden en los siglos iniciales de la monarquía, aunque con el tiempo y el cambio de las circunstancias geopolíticas fue perdiendo importancia, hasta que nació en ella Jesús.
En cuanto a los sitios ligados a su nacimiento, está atestiguada la llamada "gruta del nacimiento" ya desde Orígenes, a inicios del siglo III; san Jerónimo, que vivió en Belén, afirma que en un tiempo en esa gruta se veneró a Adonis, tras la destrucción total de Jerusalén por Adriano y la erección de Aelia Capitolina, aunque esto san Jerónimo lo supo por tradiciones locales, no porque él lo haya visto ya que para su época Constantino ya había construido, un siglo antes, la magnífica basílica de la Natividad, el único edificio cristiano que quedó en pie con la invasión persa del 614 (se dice que es porque estaba decorado en el frente con las figuras de los magos de Oriente con sus vestiduras persas, que los invasores llegaron a reconocer y apreciar). Sin embargo, con el tiempo y las sucesivas reformas, guerras, invasiones y cambios de manos, de aquella basílica no queda más que la forma: ni su decoración original ni la piedra visible de la gruta del nacimiento han llegado hasta nosotros.