Es la forma helenizada de su nombre hebreo, Saúl (5), que aparece en los relatos de vocación. Sobre el nombre ver Pablo
Los pocos puntos sobre los que se apoya la cronología paulina son, en importancia y firmeza decrecientes:
1-El más importante y firme: Galión, procónsul de Acaya, año 52, fecha muy bien establecida por una inscripción en Delfos: "constituye el único punto de anclaje de la biografía de Pablo e incluso de la cronología de la primera generación cristiana" (Marguerat); "proporciona un raro gancho del que colgar toda su -de Pablo- cronología" (Fitzmyer).
2-La lapidación de Esteban, entre el 32 y el 36 (ver Esteban).
3-La hambruna en época de Claudio César (Hch 11,28?30; cf. 12,25); la fecha no es sencilla de calcular, pero anda en torno al 46.
Algunos señalan otros puntos, como la expulsión de los judíos de Roma (Hch 18,2), o el reemplazo de Félix por Festo (Hch 24,27), pero son de muy difícil datación y no sirven realmente como puntos de anclaje, ya que ellos mismos no son claramente reconocibles.
En Flm 9, de hacia el año 60, Pablo se llama a sí mismo "presbytes", es decir, anciano, lo que en los criterios de la época podía significar alguien mayor de 50 años; a la vez, en Hch 7,58, su primera aparición, se lo llama "neanías", joven (es decir, entre 24 y 40 años); las dos denominaciones son posibles si Pablo nació en el primer decenio de nuestra era, y su conversión se sitúa poco después de la lapidación de Esteban.
Así como podemos vagamente calcular su nacimiento, no podemos de ninguna manera calcular su muerte. Lamentablemente el libro de los Hechos deja en el aire el destino de Pablo, sólo sabemos que su muerte será posterior al año 62/63, fin del libro de los Hechos. Es posible que tras esta prisión romana viajara a España, como era su deseo (Rm 15,24.28); este viaje está atestiguado indirectamente por Clemente Romano (que escribe hacia el año 95) y más claramente por el fragmento muratoriano (de hacia el 180), pero no es fácil asegurarlo. Eusebio de Cesaréa nos trae las noticias generalmente aceptadas sobre su muerte: que murió decapitado en la misma época que Pedro, es decir, en la persecución romana de Nerón, entre el 64 y el 68 (Pedro al inicio, Pablo hacia el final). Se suele admitir como fecha de la muerte el 67.
El corpus de escritos paulinos en el NT comprende 14 títulos, de Romanos a Hebreos, los 13 primeros llevan un orden aproximado de tamaño (Rm, la mas larga, primera, Flm, la más breve, al final), Hebreos, que es larga y debería haber ido tras Rm, no se aceptó unánimemente como paulina ya desde la antigüedad, por tanto adquirió ese lugar ambiguo en el Corpus: dentro de él, pero al final. En la actualidad ya no se la identifica con Pablo, ni siquiera indirectamente, es un escrito de tradición independiente.
Me referiré entonces al Corpus real, de 13 cartas; en él la crítica actual reconoce dos conjuntos: las autógrafas y las pseudoepigráficas. Las autógrafas son las escritas por el propio Pablo, todas pueden datarse en la década del 50, hasta el fin de su cautiverio romano. Las pseudoepigráficas son escritos de escuela paulina, quizás incorporan fragmentos de saludos del propio Pablo, pero son desarrollos de escuela, posteriores a su muerte. este fenómeno de la pseudoepigrafía (escribir con el nombre de una autoridad) es muy común en la antigüedad, y no supone un engaño, sino más bien un tributo al maestro fundador, aunque a nosotros nos complique datar los escritos.
Las autógrafas unánimemente reconocidas por la crítica son siete, en este aproximado orden de composición: 1Tesalonicenses (~51), 1 y 2 Corintios (que comprenden fragmentos de cartas perdidas, ~54-57), Filipenses(~56), Gálatas (54 o 57), Romanos (~58) y Filemón (56 o >60, cautiverio efesino o romano)
Las pseudoepigráficas se suelen dividir en tres tradiciones: 2Tesalonicenses (muy difícil de datar y de clasificar entre las autógrafas o las pseudoepigráficas), Cartas pastorales (1 y 2 Tim y Tito), Cartas de la cautividad (Col y Ef), estas cinco escritas después de los años 80, ya que suponen un desarrollo eclesiástico (no sólo de estructura eclesial, sino de comprensión misma de la fe) muy posterior a la vida histórica de Pablo, propio de la Iglesia posterior a la definitiva separación del judaísmo (que ocurrió hacia el año 80).
Los textos presentados en el campo de contexto son mayoremente citas de Hechos de los Apóstoles; es imposible extraer de las cartas lo que se refiere al propio Pablo, porque precisamente es esa unión entre la doctrina que predica y la experiencia personal de Jesús muerto y resucitado lo que da originalidad y vitalidad a su persona y obra. Pablo habla continuamente desde sí mismo en sus cartas, pero no es para nada autobiografista; de hecho, si sólo tuvieramos sus cartas, no sabríamos que nació en Tarso, ni que era ciudadano romano.