Reinado: 640-609 ca.
La edad surge de 2Re 22,1
El cuarto hijo surge de la lista de 1Cr 3,15, ver nota en Sallum (4)
Ascendió al trono a los 8 años, tras el asesinato de su padre. De pocos reyes la Biblia dice que "hizo lo recto a los ojos de Yahvé", y de él es el único al que completa esta frase con "anduvo enteramente por el camino de David su padre, sin apartarse ni a la derecha ni a la izquierda." (2Re 22,2), por lo que podemos imaginar en qué altura lo tiene el relato bíblico.
Verdaderamente se puede considerar el refundador del Yahvismo, el que retoma las tradiciones históricas ligadas al éxodo, a la conquista, a la creación del reino davídico, junto con las tradiciones teológicas ligadas al profetismo, a la predicación de la exclusividad de Yahvé, y las reúne en un todo coherente con un firme monoteísmo y una imagen de la trascendencia y soberanía divinas como hilo conductor. Todo esto en conjunto es lo que hizo el movimiento deuteronomista, que si bien va más allá de la figura del rey, y está sostenido por figuras proféticas como Jeremías, y por el clero del templo, no podría haber salido adelante sin el decidido impulso del trono.
En el año 622, en unos trabajos de reparación del templo, los sacerdotes hallan un libro de la Ley que contiene las exigencias religiosas que serán precisamente la base del programa de la reforma religiosa emprendida por el rey. Es el núcleo del libro que nosotros conocemos como "Deuteronomio", primera sistematización escrita de la Ley divina.
También en su época se ponen por escrito una buena parte de las tradiciones históricas, en los libros que llamamos, precisamente, "la gran historia deuteronomista" (Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes), cuyo objeto fundamental, además de conservar la memoria de los hechos de Yahvé en la historia de Israel, es mostrar un ejemplo concreto de la tesis deuteronomista fundamental: solo la fidelidad a Yahve salvará al pueblo de perecer.
Lamentablemente la trágica muerte del rey (2Re 23,29-30), a pesar de la promesa consignada en 2Re 22,19-20 obligó a la teología de Judá a reflexionar más hondamente sobre la "ira de Yahvé", que a pesar de la conversión de Josías y del pueblo en ese tiempo, "no se volvió del ardor de la gran cólera que había encendido contra Judá" (2Re 23,25-30). Esto, junto con la predicación de Jeremías, preparan la teología del justo sufriente, que unos pocos años más tarde acompañará a Judá en el exilio y servirá para interpretar religiosamente esa dura experiencia. Y está, naturalmente, en la base de la teología de la cruz.